El radiador de tu coche. Todo sobre su mantenimiento
El radiador forma parte del sistema de refrigeración del motor, y es uno de los elementos más importantes de nuestro coche, y, por tanto, fundamental para garantizar el buen funcionamiento del motor. Al igual que la bomba de agua, su principal misión es la de evitar que se produzcan sobrecalentamientos en el motor, de modo que éste trabaje de manera óptima a cualquier nivel, y ofrezca un rendimiento idóneo.
Por lo general, el radiador está formado por una serie de tubos de cobre, situados espaciadamente y en paralelo, y dotados también con un sistema de aletas que permite ampliar la superficie por la que se disipa el calor.
¿Cómo funciona el radiador?
Los tubos o “haces”, reciben el refrigerante caliente que proviene del motor desde el tanque situado en la parte superior, y éste se enfría mediante el aire que proviene de las aletas, empujado a través del ventilador. Una vez frío, el refrigerante regresa a su lugar a través del tanque inferior del radiador. Es importante imprescindible que el circuito de refrigeración esté lleno para que cumpla su función, y lo más recomendable es que se haga con una mezcla de agua y refrigerante, que puede rellenarse excepcionalmente, cuando el nivel sea bajo, con un poco más de agua, teniendo en cuenta que el punto de ebullición del agua es mucho más bajo que el del refrigerante.
¿Cómo comprobar el nivel y añadir líquido refrigerante?
Lo primero es aclarar que nosotros mismos podemos añadir refrigerante al circuito, sin necesidad de ser expertos o de llevar el coche al taller para realizar esta acción.
Pero antes, debemos poder reconocer el indicador de temperatura del motor que nuestro coche tiene en el salpicadero, pues es el encargado de avisarnos de la temperatura a la que está trabajando el motor de nuestro vehículo, y nos permite hacernos una idea del nivel de líquido también. Normalmente, cuando el nivel de refrigerante es bajo, se calienta más y con mayor rapidez, por lo que se encenderá la luz de aviso del salpicadero.
Lo segundo, y no menos importante, es que cualquier comprobación que realicemos relacionada con el sistema de refrigeración, debe hacerse con el motor en frío ya que de otra forma podríamos quemarnos con el vapor de agua.
Por último, para comprobar el nivel de refrigerante, y añadirlo si fuera necesario, el líquido debe situarse entre las marcas de niveles mínimo y máximo, indicadas en el depósito pertinente. Si el nivel está por debajo del mínimo podemos añadir refrigerante o un poco de agua, pero sin rebasar nunca el máximo, para evitar excesos de presión y posibles averías causadas por la misma.
El nivel de refrigerante es muy importante para garantizar que el radiador realice sus funciones adecuadamente, por lo que debemos procurar tenerlo siempre lleno, sin pasar del máximo. A demás, es recomendable cambiarlo una vez al año o cada 20.000 kilómetros aproximadamente.
Tipos de radiadores
En el mercado podemos encontrar dos tipos de radiadores:
- Radiadores de circuito abierto. Incorporan un tapón de llenado en el propio radiador, que sirve para eliminar la evaporación del líquido interno al exterior y conseguir así reducir la temperatura. Con este método habrá que reponer el líquido refrigerante con mayor frecuencia porque se va perdiendo.
- Radiadores de circuito cerrado. Pueden tener, o no, tapón de llenado directo, pero que se comunica con un tanque externo, donde se condensan todos los vapores generados en el radiador. Este tipo de radiador es el más usado actualmente, porque elimina el vapor y no se reduce el nivel del agua.
¿Cómo sabemos cuándo cambiar el radiador del coche?
Mantener el radiador limpio y sin exceso de suciedad es lo ideal para que realice bien su función. Sin embargo, las principales averías que sufren los radiadores son:
- Pérdida de hermeticidad
- Fugas de agua en las juntas
Si el radiador no tiene fugas claras o no aprecian residuos coloreados de anticongelante, es más difícil detectar si está defectuoso, pero lo cierto es que la mayoría de los radiadores se calcifican y ensucian por dentro, y se llenan igualmente de suciedad por fuera, lo que cusa que ya no pueda disipar el calor adecuadamente y aumente la temperatura del motor.
El mayor peligro en este sentido es que los fallos en el radiador se notan habitualmente cuando se produce un sobrecalentamiento extremo del motor, porque a menudo, otros componentes como el ventilador eléctrico del refrigerador compensan bastante bien la acumulación de calor. Es por esto que, si el indicador de temperatura del motor indica un aumento considerable, se atribuye primero a un fallo en otros elementos como la bomba de agua, el termostato o el ventilador.
Ahora bien, un radiador no está exento de sufrir fallos y/o averías, puesto que puede sufrir el impacto de elementos de la calzada como piedras, lo cual causará fugas de líquido refrigerante, que siempre pueden ser reconocidas por los residuos de color. A demás, si se mira a través de la zona inferior de rejilla del radiador, se puede observar, sobre todo en las zonas de presión, la presencia de corrosión de las grietas, al igual que se puede ver que las juntas de la caja de agua ceden o que el plástico se vuelve quebradizo.
Si el radiador tiene alguna fuga o está obstruido, puede deberse al deterioro de sus láminas metálicas finas que, si se estropean por pequeños impactos o se taponan por la suciedad, pueden hacer que el radiador no disipe el calor de la forma adecuada, dando lugar a un sobrecalentamiento.
Si se quiere ser muy preventivo, conviene cambiarlo cada dos años, aunque si el problema es la suciedad acumulada, no en grandes cantidades, se puede llevar al taller para realizarle una limpieza.
¿Cuánto cuesta cambiar el radiador de un coche?
Siendo totalmente honestos, es más recomendable cambiar un radiador con fugas muy evidentes o un exceso de suciedad que impida su correcto funcionamiento, que arreglarlo, puesto que la sustitución no es demasiado cara en comparación al arreglo, y es difícil garantizar que una fuga taponada no de lugar a otra fuga por otra zona del radiador, o que haya causado desperfectos que aún no hayan sido detectados, y que saldrán a la luz después de su reparación. Por eso recomendamos visitar alguno de nuestros talleres asociados para realizar la sustitución de su radiador defectuoso.